NOMBRE: Loreen Friedkin.
RAZA: Humana.
FECHA DE NACIMIENTO: 15-08-3802 - 1455
LUGAR DE NACIMIENTO: Planeta Toram - Ciudad Eseevey.
EDAD: 22 años.
OJOS: Azules.
CABELLO: Castaño largo.
ALTURA:
PESO:
RESIDENCIA: Habitáculo residencial en propiedad facilitado por
COORDENADAS RESIDENCIALES: Oe-N3-4543J-10025.
PROFESIÓN: Coordinadora principal de Sección de Almacenamiento y Registro de Datos de
SECCIÓN: Planta 23 de Almacenamiento y Registro. Sede Oeveey.
AFILIACIÓN: Confederación.
HISTORIAL MÉDICO: Un implante muscular autorizado. Registro de implante TOR/12Civ-Oe112
*(Atención: La información mostrada a continuación puede desvelar sucesos que forman parte importante de la trama de la novela)
HISTORIA: Loreen Friedkin siempre tuvo la tara de contar con un apellido demasiado relevante como para que finalmente no acabase influyendo en su vida de manera decisiva y definitiva. Su padre, el científico Richard Friedkin, una de las mentes más influyentes en el desarrollo confederado, fue el artífice de la mayoría de los fundamentales descubrimientos que hicieron posible la victoria de
La infancia de Loreen discurrió entonces entre la educación proporcionada por su madre, quien hizo notar su influencia y enseñanzas de manera palpable en la adulta configuración de la personalidad de su hija, y algunos que otros breves momentos al lado de su padre, en distintas sedes de Investigación, a través de los iluminados y asépticos pasillos de los laboratorios, durante los pocos momentos en los que Richard podía disfrutar de la siempre agradable compañía de su pequeña.
En el momento de la desaparición de Richard Friedkin (muchas son las teorías al respecto, algunas de las cuales inciden en el carácter tal vez algo corporativista del científico), madre e hija se volvieron del todo inseparables hasta que Loreen, gracias a la educación específica recibida, accedió a los dieciocho años a un puesto apenas relevante en
El carácter de Loreen es, en principio, amistoso y tremendamente extrovertido, pero sin implicarse, de todas formas, en asunto alguno que pudiese afectar a su salud mental, ya sea a corto o a largo plazo; de hecho, una de las enseñanzas instauradas con mano de hierro por su madre en la preparación para el acceso y establecimiento de Loreen en
Pero Loreen, a pesar de encontrarse en un estado de gracia tanto en el trabajo como en lo personal (tanto los humanos como incluso varios machos de distintas razas confederadas la describen como una hembra realmente atractiva y hermosa), parece de repente anhelar situaciones y sensaciones que nunca antes había experimentado; sobre todo desde que sufre una serie de sueños que ni siquiera ella sabe si tildar o no de pesadillas. Casi siempre versan sobre lo mismo: un hombre del que recuerda su tez morena, fina barba y cabellos largos y negros como la carbonita; pero sobre todo rememora su mirada; una mirada de comprensión y apoyo cuando de miedo y recelo a la vez, que provoca en Loreen una sensación de pasión y, en ocasiones, rechazo. A pesar de que cada uno de los sueños discurre en distintos ambientes paisajísticos, el devenir de los mismos es prácticamente igual: el desconocido la salva de su autoextinción, o acaso es ella quien lo salva de la inminencia de una terrible muerte.
Exceptuando las pesadillas, Loreen es una mujer completamente feliz. Contra todo pronóstico (sobre todo contra toda imposición por parte de las enseñanzas de su madre) ha acabado al lado de una persona maravillosa como nunca habría podido imaginar; Glodar Rhodes, linoceta de raza y compañero de trabajo, quien terminó por provocar en la humana un torrente de sentimientos que siempre se había esforzado por rechazar; había llegado un momento en que se había visto incapaz de controlar las influencias del mundo exterior en su propia persona, dejando así de controlar también las reacciones de su mente ante tales imperios.
Todo parece casi perfecto; pero en el interior de Loreen existe algo latente que algún día saldrá a la luz. Porque, sin saberlo, sin recordarlo, sin llegar a imaginarlo nunca, fué objeto de experimento en uno de los estudios de su padre poco antes de su desaparición; un experimento que podría solucionar de una vez por todas el acuciante problema confederado sobre una fuente de energía eternas. Pero el experimento no llegó a finalizarse, tal vez incluso por remordimientos de conciencia.
Pero únicamente falta el catalizador, y si entrase en contacto con él, sólo Richard Friedkin podría augurar cual sería el resultado.
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